Día tras día pasa el tiempo y en mi vida no hay cambios. No tengo grandes motivos para quejarme, pero los pequeños son suficientes para fastidiar el resto... Me levanto con la pequeña esperanza de que hoy sea un día distinto, de que hoy alguno de mis deseos se cumpla pero, hoy solo es un día más para tachar en mi calendario. Por la noche miro al cielo esperando que algún astro se compadezca al verme llorar, pero nada ni nadie lo hace.
Al día siguiente, todo sigue igual. Pero es a última hora del día, cuando cruzo el puente para volver a casa, es cuando me doy cuenta de todo. No soy comparable al Sol, pero él día tras día sale, aunque este solo o el día este nublado, él brilla. Y cuando su luz a penas sirve te regala uno de los mejores momentos que puedes ver en un día.
Los pequeños detalles son difíciles de ver, pero son los que valen la pena.
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