martes, 9 de abril de 2013

Tic-tac. El tiempo pasa. Tic-tac. Segundo tras segundo. 

Todo es rutina. Tic-tac. Día tras día; sin cambios. 

Me levanto. No hay nada que me motive a hacerlo, pero no quiero perder la esperanza. Tal vez hoy sea distinto, tal vez hoy sonría.
Pasan las horas, y aún nada. Al menos estar en clase hace que deje de pensar en mis cosas y me centre en los estudios. Después de unas seis horas, salgo. He estado todo un día acompañada de personas a las que no les importo, pero al fin puedo estar sola. No es muy largo el trayecto para volver a casa, pero es suficiente para que me inunde una ola de pensamientos, y no son precisamente positivos. Al llegar, lo primero que hago es fingir una sonrisa, nada distinto a lo que he hecho en todo el día, pero esta vez con un motivo: no quiero que mi familia descubra que he llorado. Los minutos continúan pasando y ni una mísera sonrisa.
Me vuelvo a centrar en los deberes, necesito algo en lo que pensar que no sea esto. Por suerte hoy podré salir a correr. Para algunos el deporte es una obligación o una forma de competir, para mi es libertad. Me pongo los cascos y empieza mi carrera. Mi única meta en perderme entre la música que estoy escuchando y los pasos que doy. Me coordino y por fin soy libre. Ahora ya no importan mis problemas, no me importa estar sola, no me importa nada.
Pero debo volver a este mundo. Una ducha para relajar mis músculos después de tanta tensión y de nuevo empiezo a buscar un motivo para sonreír.
Estaría bien poder contar que al final del día alguien me hace cambiar de idea y me saca una sonrisa. Pero entonces os estaría mintiendo. Nadie viene a salvarme. Estoy sola.
Pero empiezo a hartarme. Probablemente no sonrío de verdad desde hace mucho, pero voy a fingir una sonrisa  hasta que sea capaz de creérmela. Y con un poco de tiempo descubriré que hay veces que es mejor sonreír solo, que con personas sin importancia.
Pero Tic-tac; el tiempo se acaba.

domingo, 27 de enero de 2013


Todos hablan y tú callas. Todos brillan y tú te escondes. Todo parece perfecto y nada lo es.

Estoy en un lugar lleno de gente y, sin embargo, estoy sola. Veo como los demás se ríen y aprecio como lo hacen a la fuerza por interés. Nadie se da cuenta de que allí estoy sentada, observando cómo sus mentiras triunfan ante los demás. Nadie se da cuenta de que poco a poco desaparezco, mi cuerpo permanece en esta habitación, pero mi mente desespera por tanta mentira.
Hace tiempo que no aprecio el sabor de una risa, la sensación de una carcajada en mis mejillas, las ganas de estar con otras personas. Hace tiempo que me pregunto si vale la pena continuar o abandonar esta partida que es la vida, quedando como perdedora ante ella, como cobarde ante los demás.  Pero es que estoy harta. Harta de sonreír sin motivo, de fingir por los demás, de decir “te quiero” a personas que no lo merecen y de escuchar promesas que nadie cumple. No quiero darme por vencida sin intentarlo una vez más, sin luchar por mis sueños, sin llegar a conocer la verdadera felicidad; pero temo caer en el intento. Nada hay que me ayude a levantarme de esta oscuridad que inunda mi vida.

martes, 4 de diciembre de 2012


El silencio es la ausencia de ruido, la falta de palabras, pero no la falta de sentimientos.  Muchas veces cuando alguien está sentado en silencio, piensa gritando.
El silencio puede significar una afirmación cuando es acompañado de una sonrisa. Puede significar dolor cuando las lágrimas caen por tu rostro con el fallido intento de esconderse.  Cuando no sabes que decir por miedo de lo que puedan pensar, el silencio te ayuda a escapar. El silencio esconde la verdad en los débiles y la mentira en los gobernantes.  Callamos por miedo; si no decimos lo que pensamos nadie puede juzgarnos, pero si callamos nadie puede apoyarnos.

En muchas ocasiones permanecer en silencio con alguien es incomodo. Es saber que la otra persona está pensando en cualquier cosa y no quiere decirla por cualquier razón.
Pero sin embargo, aquella persona que convierta un silencio en un poema de sentimientos, que pueda hacer que su mirada en la tuya baste para entenderse, aquella persona que permita que un silencio no sea incomodo, he de decir que es la persona indicada con la que estar.   
-Hola.
-¿Qué haces aquí después de tanto tiempo?.
Avergonzado él respondió-Ya, sé que es raro, pero aquí estoy y quiero pedirte perdón-contestó con los ojos llenos de sinceridad.
Sorprendida respondió -¿Perdón por qué?
-Sí, perdón por si alguna vez te hice sufrir -respondió- te pido perdón por cada lágrima que derramaste en vano por mi y cada segundo que me pensaste sin resultado alguno.
Ella seguía completamente perpleja ante esa situación. -¿Y por qué has venido a decirme esto? El tiempo a pasado y no creo que fuese un problema olvidar lo que  un día pasó entre nosotros...-
-Sin embargo estoy aquí -volvió a decirle- Como tú bien dices es cierto que el tiempo ha seguido pasando y yo no he olvidado. No digo ninguna mentira si te digo que no hay día que no te recuerde y noche en la que no te añore. Has seguido con tu vida, pero con esto no pretendo que volvamos, hasta podría comprender que después de todo lo que pasó no me perdonaras. -se puso la mano en el corazón para indicar que lo que decía era lo que de verdad sentía y le dijo- Quiero que recuerdes la promesa que un día nos hicimos: "te querré, pase lo que pase", hoy ese momento, han pasando cosas y otras han cambiado, pero intento comprender si aquella promesa era lo que sentiste un día o fue una promesa por la que lucharías cada día.

martes, 27 de noviembre de 2012


Muchas veces nuestra vida se basa en lo que deseamos y no tenemos.

Nos quejamos por ser desgraciados solo porque algo no hay salido como deseábamos o porque no pudimos tener aquello que queremos. Pensamos solo en nosotros mismo, sin darnos cuenta de que hay personas que realmente lo pasan mal.
Nos quejamos de no tener ese nuevo aparato electrónico o porque no podemos irnos de viaje, pero no nos percatamos de que hay gente que vive sin electricidad y en muchas ocasiones no tiene un lugar fijo donde poder estar. Tal vez el hecho de andar y de poder moverte sin dificultad es algo que no le damos importancia, pero hay personas que por alguna enfermedad o accidente no pueden llevar una vida sin complicaciones. Hay muchísimos motivos por los que la gente sufre, pero solo nos centramos en los nuestros Diariamente dejamos que pasen las horas sin darnos cuenta de que cada minuto son 60 segundos más cerca de acabar nuestra existencia en este lugar.  No niego que en ocasiones suframos por acontecimientos que nos duelen, y es normal porque hay cosas que de verdad nos importan aunque se trate de una tontería.  Pero debemos darnos cuenta que lo importante de caer, es levantarse y no rendirse.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Shooting Star - Owl City


¿Dónde está mi inspiración? ¿Dónde han ido las ganas de escribir todo aquello que siento? ¿Dónde fueron a parar los sueños que debería desear? ¿Dónde están las ganas de seguir adelante? 

Te dicen que luches por tus sueños para que se hagan realidad; pero nadie te prepara para levantarte cuando caes, nadie te dice que los errores forman parte del aprendizaje, nadie te dice que puedes perder aquello que quieres por miedo, nadie te dice si de verdad podrás llegar hasta tu meta.
Luchas y pervives por tu sueño, a pesar de las piedras que aparecen en el camino sigues adelante. Pero esas piedras se acumulan poco a poco haciendo peso y el día que menos lo esperas, por una tontería revientas. Caes al suelo y no tienes ganas ni de levantarte. Puedes llegar hasta donde te prometas, pero no tienes un sueño que cumplir.
Al final te recuperas del golpe y dejas de llorar por tonterías, pero en muchas ocasiones ese no es el problema. Cuando por fin lo superas lo siguiente es dar un paso al frente. Se trata no de olvidar el pasado ni la razones que te hundieron, sino de seguir intentándolo o, en muchas ocasiones, asumir cosas que ya no estarán en tu vida.
Puede ser que el destino o cualquier fuerza mayor a nosotros hiciera que todo terminara en un simple adiós; o tal vez nos pongan a prueba para saber por lo que vale la pena. Lucharé con todas mis fuerzas, y aunque sea difícil porque las he perdido todas, solo necesito una mínima esperanza que me asegure que al final llegaré, porque prometo llegar.