Tic-tac. El tiempo pasa. Tic-tac. Segundo tras segundo.
Todo es rutina. Tic-tac. Día tras día; sin cambios.
Me levanto. No hay nada que me motive a hacerlo, pero no quiero perder la esperanza. Tal vez hoy sea distinto, tal vez hoy sonría.Pasan las horas, y aún nada. Al menos estar en clase hace que deje de pensar en mis cosas y me centre en los estudios. Después de unas seis horas, salgo. He estado todo un día acompañada de personas a las que no les importo, pero al fin puedo estar sola. No es muy largo el trayecto para volver a casa, pero es suficiente para que me inunde una ola de pensamientos, y no son precisamente positivos. Al llegar, lo primero que hago es fingir una sonrisa, nada distinto a lo que he hecho en todo el día, pero esta vez con un motivo: no quiero que mi familia descubra que he llorado. Los minutos continúan pasando y ni una mísera sonrisa.
Me vuelvo a centrar en los deberes, necesito algo en lo que pensar que no sea esto. Por suerte hoy podré salir a correr. Para algunos el deporte es una obligación o una forma de competir, para mi es libertad. Me pongo los cascos y empieza mi carrera. Mi única meta en perderme entre la música que estoy escuchando y los pasos que doy. Me coordino y por fin soy libre. Ahora ya no importan mis problemas, no me importa estar sola, no me importa nada.
Pero debo volver a este mundo. Una ducha para relajar mis músculos después de tanta tensión y de nuevo empiezo a buscar un motivo para sonreír.
Estaría bien poder contar que al final del día alguien me hace cambiar de idea y me saca una sonrisa. Pero entonces os estaría mintiendo. Nadie viene a salvarme. Estoy sola.
Pero empiezo a hartarme. Probablemente no sonrío de verdad desde hace mucho, pero voy a fingir una sonrisa hasta que sea capaz de creérmela. Y con un poco de tiempo descubriré que hay veces que es mejor sonreír solo, que con personas sin importancia.
Pero Tic-tac; el tiempo se acaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario